Gerente de Marine Tech y dueño de ACN comentan que el menor interés y conocimiento de las generaciones más jóvenes por esta industria, sumado a la pandemia y otros factores, están provocando una insuficiencia de dotación para construir naves. A su juicio, se debe trabajar más en incentivar la formación industrial y técnica.
Los servicios marítimos enfrentan hoy distintos desafíos, como la falta de dotación y el encarecimiento de materiales para la construcción de naves.
Manuel González, gerente y uno de los socios propietarios de Marine Tech (empresa de servicios como cabotaje, manipulación de redes, instalación y retiro de centros de cultivos), y Mauricio Navarrete, dueño y gerente general del astillero ACN, abordan esas y otras temáticas vinculadas.
DOTACIONES
“El problema de la dotación en la construcción naval es transversal a la industria. Si bien nosotros nos vemos expuestos, tenemos un grupo humano que trabaja desde hace muchos años en la empresa”, comenta de partida Manuel González, quien de todos modos añade: “Hemos enfrentado el problema vendiendo naves y reduciendo la operación”.
Marine Tech participa de la propiedad de un astillero que ya ha construido cerca de quince embarcaciones, por lo que contar con personal para construir naves es también para ellos una cuestión de suma relevancia.
“En la construcción naval, la falta de personal es muy fuerte. La pandemia de covid-19 asustó a mucha gente, que no siguió trabajando; luego vinieron las ayudas estatales, que hicieron que más personas dejaran de trabajar. Durante el periodo 2019-2020, además, hubo un auge de la construcción de naves menores. Todo esto hizo colapsar la disponibilidad de personal, por ejemplo, de soldadores y maestros especializados, lo que aún perdura”, explica González, quien cuenta que en el astillero de la firma que dirige hay seis trabajadores, de los que cuatro son extranjeros.
Navarrete ahonda en esta problemática: “Desde hace unos cuatro o cinco años, se comenzó a ver una mayor demanda por embarcaciones. Tras el efecto del virus ISA, empezó una nueva ola de proyectos, ya en 2015 se convirtió en una bola de nieve, y aumentó la cantidad de armadores que trataban y tratan de construir naves más específicas, en medio de un ciclo en que, además, muchos barcos ya van quedando de baja”.
¿SOLUCIONES?
Navarrete, ingeniero naval y magíster en innovación, dice que si bien en su empresa no han vivido falta de personal para construir embarcaciones, sí es una dificultad que se ve en la industria. “Hay una alta demanda (por naves), hay astilleros nuevos, pero existe una demanda mayor por trabajadores. Nosotros hemos hecho asociaciones estratégicas con liceos técnicos e industriales para tratar de dar herramientas a jóvenes en orden a que conozcan la industria naval, que es un área muy bonita. Tenemos un debate en la actualidad al haber carreras técnicas que se dedican más bien a estructuras metálicas orientadas a lo civil, en consideración de que el oficio de armador naval es muy antiguo”, relata.
A juicio del empresario, “hay un desconocimiento de los jóvenes respecto de esta industria y nosotros debemos dar a conocer el oficio. Los astilleros ocupamos acero, ferretería industrial, bombas, insumos electrónicos, hidráulicos y mecánicos, y es un desafío entregar herramientas a las nuevas generaciones. Nuestro personal es el mismo de hace años, pero si la demanda continúa, llegará un minuto en que faltará gente”. Y apunta: “Esto depende de todos los entes involucrados: armadores, constructores, la misma Armada… de todos nosotros”.
De todos modos, Navarrete destaca: “Hemos especializado bastante a nuestra gente, en la construcción de cascos, soldadura, carpintería, terminaciones… Hemos logrado cumplir con la cadena y los tiempos esperados, racionalizado y profesionalizado el proceso de trabajo, y especializado las etapas de trabajo”.
En una misma línea se pronuncia Manuel González: “Mi visión, para solucionar la falta de personal, es repensar el tema de la formación técnica en la juventud. Hay una brecha generacional muy grande y encuentras poca gente menor a 35 años que esté trabajando en rubros técnicos, de maestranza, torneros no encuentras, soldadores muy pocos; en general, son gente de más edad”.
El gerente de Marine Tech considera que “el país ha tendido a profesionalizarse mucho en carreras de otros tipos, pero se ha perdido la formación en liceos industriales y técnicos. Y resulta que un buen maestro soldador no gana menos que un psicólogo recién egresado. No hay suficientes incentivos de la sociedad para mostrar a los muchachos que el mundo técnico sí es válido, sí es rentable y sí permite tener una vida digna. El chileno tiende a menospreciar las carreras técnicas y el país necesita buenos electricistas, soldadores… Sin suficientes técnicos especializados, no salimos a ningún lado”.
Habiendo estudiado dos carreras técnicas en la Armada, la de buzo de salvataje y la de mecánico de máquinas, y luego Ingeniería en Prevención de Riesgos y Medio Ambiente, González complementa: “Siempre me di cuenta de que todas las herramientas que se ocupan en el día vienen de la formación técnica, de manipular y operar las cosas”.
INSUMOS Y MEDIO AMBIENTE
Mauricio Navarrete sostiene que otro elemento que ha complicado a la industria es el alza en el precio de los insumos: “El acero, que representa casi el 30% del costo de una embarcación, ha experimentado alzas de cerca del 100%. Esto ha hecho repensar proyectos, lo que, sumado a la situación política y la pandemia, ha generado que proyectos nuevos se tomen con más calma. De todos modos, la demanda sigue alta”.
El acero se compra en Chile, “aunque los proveedores nacionales lo adquieren, a su vez, en China”, dice el dueño de ACN. “Como astillero procesamos entre 500 y 400 toneladas de acero al año, considerando unas cinco a seis embarcaciones menores”, cuenta el ingeniero naval.
El empresario apunta, por otro lado, que “hay que comenzar a preocuparse del medio ambiente. Nosotros estamos trabajando en el diseño de una primera embarcación diésel-eléctrica, pensando en 2022, para luego desarrollar una totalmente eléctrica. Hay un desafío país y global en lo medioambiental, y la electromovilidad es una tendencia de la que no podemos restarnos, por lo que va a llegar un minuto en que tenemos que estar preparados para ella. La idea es bajar las emisiones de CO2 y aumentar la eficiencia”.